El paraíso en la tierra
A pesar de haber oído todo tipo de referencias cinematográficas, así como en la prensa y, por supuesto, en muchas agencias de viaje, las Maldivas tienen una escenografía de pura magia en el que el asombro está asegurado. Situado en el océano Índico, este país insular y antigua colonia del Reino Unido disfruta de uno de los paisajes exóticos más bellos del mundo. Sin embargo, un territorio que, ostentando la altitud máxima menos elevada del mundo, podría acabar por desaparecer en el futuro a causa del calentamiento global. Razón por la que más de 1’7 millones de turistas visitaron las Maldivas en 2019, suponiendo un aumento de casi el 15% respecto al año anterior.
Sin embargo, no todo turista que visita estas increíbles islas centra su viaje en dejarse enamorar por su exótica atmósfera. De hecho, existen múltiples actividades en Maldivas que hacer durante nuestra estancia. Además de sus idílicas playas y resorts, donde destacan como gran atractivo turístico las casetas sobre el agua, otros factores como la gastronomía y la cultura maldivas pueden encauzar un viaje mucho más inmersivo en el alma de las islas. Por supuesto, las actividades más convencionales de los turistas son lo más, pero decantarse por actividades tanto culturales como deportivas suele ser una buena inversión de disfrute y tiempo.
Malé: una capital de relax, pero también de vibraciones
Con más de un millar de islas, las Maldivas aparecen en nuestro imaginario como un paraíso donde entregar la mente y el cuerpo a la desconexión. Una rotunda verdad contra la que no cabe discusión alguna, pero que sí puede complementarse con una amplia gama de actividades. Evitando el cliché turístico, nada mejor que recorrer las calles y el mercado de pescado de Malé, la capital de las Maldivas, para acceder al latido al latido vital de su población. Imprescindible compaginar la ruta con una visita a alguna de sus grandes mezquitas.
Asimismo, visitar la capital y su enclave urbano puede conectarnos con otros espacios y momentos de la vida maldiva. Por ejemplo, el Museo Nacional de las Maldivas, ideal para aprender sobre una cultura cuyas mayores influencias se entrelazan entre Sri Lanka y la India, o el parque del Sultán. Este último, un espacio público que, de igual modo que sucede con la única arena que podremos ver en la capital, la playa artificial de Malé, resulta fantástico para sentarse a observar el día a día de los autóctonos. Una ciudad de contrastes donde tanto podemos rendir tributo al monumento a las víctimas del Tsunami de 2004 como relajarnos en el lujoso y prestigioso Duniye Spa.
Una gastronomía exótica, sabrosa y asequible
Con nuestra visita a las zonas más pobladas, se abre la opción de embelesar nuestras papilas con los platos típicos maldivos: la gastronomía dhivehi. Una dieta cuyo pilar en tríada —el pescado, el coco y almidones como el arroz, la yuca o la batata— guarda relación con la cocina de la isla india de Maliku vertebrando así una explosión de sabores en nuestra boca. Una ruta a beneficio de nuestro estómago y nuestra sed de nuevas experiencias gastronómicas que bien parte de su plato más típico, el mashuni. Un desayuno típico a base de coco, atún, cebolla, chili y zumo de lima que, sin duda, activará nuestra energía matutina mejor que como lo consigue el café.
Abordando otro tipo de dotes culinarias, los snacks maldivos son muy recomendables mientras recorremos Malé o alguna de las islas donde poder comprarlos. Un variado picapica en el que encontrar a un precio realmente bajo snacks como el gulha —una especie de albóndigas fritas con un contenido similar al mashuni—, la bajiya —samosas de pescado, cebolla y coco—, las theluli kavabuu —de nuevo, pequeñas croquetas fritas, pero esta vez picantes— o las kulhi borkinaa —tartas de pescado en pequeño formato. Si bien también podemos encontrar platos más occidentalizados como los noodles y el arroz frito, todo una gastronomía sabrosa y asequible.
¿Y qué pasa con la playa y el ambiente isleño?
Sin olvidar el gran atractivo turístico de sus playas, las Islas Maldivas ofrecen un infinito abanico de actividades que hacer en su paisaje puramente isleño. Desde disfrutar de unas puestas de sol de infarto tumbados en una hamaca en cualquiera de sus playas, pasando por adentrarnos en el mar para realizar esnórquel y submarinismo y alucinar con sus surrealistas fondos marinos, hasta realizar viajes en barco o ferri mediante los que visitar recónditas islas, incluso deshabitadas.
Al fin y al cabo, en un país insular, caracterizado por sus más de 1.200 islas, arrecifes de más de 180 especies de coral, cobijando 1.100 especies de peces, pero también 400 especies de moluscos, 21 de ballenas y delfines, 5 de tortugas marinas y un largo etcétera, no visitar el mar sería una locura. Básicamente, sólo debemos dejarnos llevar por la belleza de las Islas Maldivas acercándonos a cada lugar que nos emocione. Aunque —¿por qué mentir?— cada uno de sus rincones guarde una magia distinta por descubrir.